Gálvez Silva, Gabriel. 2013. Música para Oír. La Serena: Fondo de Fomento de la Música Nacional

Resonancias vol.18, n°35, julio-noviembre 2014, pp. 179-182.
DOI: 10.7764/res.2014.35.12

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El CD Música para Oír ofrece cinco composiciones de música de cámara escritas entre los años 2006 y 2012 por el compositor chileno Gabriel Gálvez Silva, quien se desempeña como docente en la Universidad de La Serena. Esta producción, llevada a cabo entre invierno y primavera de 2013, está lejos de ser una compilación de obras sueltas. Las pistas están ordenadas de manera simétrica en cuanto a su instrumentación: abren y cierran el CD composiciones para un solo intérprete, en segunda y en penúltima posición encontramos dúos, mientras que en el centro se ubica la pieza que utiliza el conjunto instrumental más numeroso: un cuarteto. Si bien cada pieza propone un universo particular, cada una de ellas refleja la personalidad musical de su compositor, otorgando al proyecto una indiscutible unidad. Algunas constantes que atraviesan su trabajo son: la búsqueda del empaste tímbrico de instrumentos heterogéneos; el interés de explorar la relación entre el ataque y la resonancia; una particular escritura de la voz, que (como veremos, con algunas excepciones) pone el énfasis en la emisión de fonemas independientes de significado semántico; y, al menos en las obras presentadas aquí, la utilización de un conjunto reducido de instrumentos.

En la composición que ocupa la primera posición del disco, Facilidad para morir (2006), Gabriel Gálvez aborda el difícil formato de la escritura para voz sola, desplegando, al igual que la obra Sequenza III (1965) de Luciano Berio, un gran abanico de comportamientos vocales. Dentro de la variedad de materiales alrededor de los cuales gira esta partitura se encuentran algunos más rugosos –como grupos de consonantes oclusivas utilizadas en rápida sucesión–, sonidos fricativos extendidos en el tiempo, u otros más lisos, sonidos vocálicos largos en donde se exploran diversas maneras de emisión –por ejemplo modulando la velocidad y la amplitud del vibrato–, así como jadeos, ululatos, glissandos, susurros y una amplia gama de sonidos difíciles de describir y clasificar, que en ocasiones se suceden de modo casi frenético. En medio de la vorágine, solamente una frase aparece fugazmente: “para dejar hablar al poeta”. El compositor utiliza también súbitos y dramáticos ataques (algunos acompañados de lo que parece ser algún instrumento de percusión), líneas altamente discontinuas con saltos abruptos entre los distintos registros de la voz, dificultades que la cantante Nancy Gómez sortea exitosamente imprimiendo un dramatismo vehemente a su interpretación.

Rodrigo López y Christian Ramos interpretan la pieza más reciente del disco, Como caldo el llanto de mis ojos (2012), para flauta y piano. El enorme repertorio en este formato, incluyendo muchos ejemplos del siglo XX, consta de abundantes dúos en el sentido tradicional del término donde destaca un instrumento melódico mientras el piano provee un soporte armónico o elaboración contrapuntística. Distinto es el caso de esta pieza en donde la escritura de ambos instrumentos fluye estrechamente entretejida: en un momento la flauta parece surgir desde la resonancia del piano; en otro, se entrelazan tocando trinos; dramáticamente, ambos instrumentos se interrumpen mutuamente ejecutando figuras entrecortadas; una figura obsesiva, repetitiva y polirrítmica repartida entre la flauta y el piano se desregla progresivamente; una impetuosa anacrusa culmina violenta y reiteradamente en una nota polar, cuya desinencia retumba en la resonancia del piano y resurge como un eco en los whistle tones de la flauta, produciendo un llamativo complejo tímbrico.

Mi corazón se muere de vivir (2010), es, como se ha dicho, el eje central del disco. La misma elección de los instrumentos que participan en esta pieza, voz femenina, corno, vibráfono y piano, es el primer hallazgo en una partitura donde destacan bellos resultados sonoros por el empaste tímbrico de los instrumentos y la lograda utilización de efectos de pedal y resonancia natural. La composición contrasta momentos más articulados cuyos ecos resuenan en momentos más inmóviles, donde el compositor cultiva una rica paleta de colores. Vanessa Medo en voz; Alejandro Meléndez, corno; Pablo Pallero, vibráfono; y Christian Ramos en piano dan vida a esta refinada composición.

Un coro es pues lo que somos (2006) es interpretada por Karem Ruiz en saxofón y Simone Caiafa en marimba. Al igual que la segunda obra del presente CD, no es tanto un dúo sino una díada de saxofón y marimba, donde ambos elaboran simultáneamente un mismo material musical, convergiendo hacia una línea heterofónica. Los instrumentos, tan disímiles en cuanto a su modo de ejecución, su timbre, sus fortalezas y debilidades parecen rebelarse frente a estas diferencias, se esmeran en cantar a una sola voz y aspiran a convertirse en un metafórico coro al cual quizás aluda el título. La pieza contrasta momentos más estáticos en que algunas breves frases son repetidas insistentemente con pequeñas variaciones y otros más impredecibles, dinámicos, fluidos y fugaces. Hacia el final de la composición el discurso se estabiliza por la reiteración de una figura musical. Progresivamente el saxofón y la marimba se desvanecen despojándose de las alturas definidas, emitiendo sonidos eólicos acompañados por una percusión sorda, preparando el terreno a la última obra.

Escrita para platos suspendidos y voz, El amante se declara (2009) es interpretada por Simone Caiafa. La partitura propone desde su inicio una exploración del ataque y su resonancia, utilizando diversos tipos de platillos y modos de ejecución. Adentrados varios minutos en la pieza, tras un momento de acumulación, la voz parece surgir del timbre metálico. Al igual que en la primera pieza de este disco, el compositor trabaja principalmente con los fonemas en función de sus necesidades musicales, utilizando la voz para actuar como una resonancia adicional de los platos o engastando ataques y juegos imitativos con la sonoridad instrumental. Solamente en el cierre de la obra –y del disco– irrumpen sorpresivamente las palabras de un poema de Djalal ud Din Rumi (1207-1273), como lo indica la carátula, recitadas por la intérprete solemnemente.

Aún sin conocer los detalles de las partituras, es evidente la alta calidad de los intérpretes quienes defienden el proyecto musical de Gabriel Gálvez con convicción, enfrentándose a páginas exigentes. En cuanto a la grabación, el sonido del disco es claro, aunque a veces un poco artificial y estridente. Esto es notorio, por ejemplo, en el solo para piano algunos minutos después del inicio de Mi corazón se muere de vivir, quizás a causa de una toma demasiado próxima a la fuente. En esta misma pieza, la voz parece estar más presente que el corno, enmascarando el interesante contrapunto que ambos realizan, sobre todo en la primera parte de la composición, cuando el compositor explota el carácter vocal del instrumento de bronce. Una imagen sonora más natural que tendiera a reproducir las condiciones y equilibrio de una sala de conciertos homogeneizando más el sonido convendría más a las características de esta música.

A cargo de Carmen Monardez Santander, el diseño del estuche, muy acertado, despierta la curiosidad e invita a descubrir su contenido. Es sobrio y elegante, con una imagen inspirada en el arte antiguo trazada sobre un fondo monocromático azul. El breve texto que acompaña al CD contiene una reflexión del compositor que hace referencia a diversas tradiciones filosóficas y religiosas acerca de la dialéctica entre reposo y movimiento, el ritmo, en su acepción más general, y su vínculo con el acto de oír, lo que explica el título de la producción. Es probable que el énfasis en la audición haya aconsejado no incluir información suplementaria acerca de las composiciones. Creo que podría encontrarse un punto de equilibrio entregando algunas claves respecto del trabajo de Gabriel Gálvez que pueden resultar útiles para los auditores menos familiarizados con el lenguaje de su música sin necesariamente condicionar negativamente o dirigir de modo excesivo su escucha. Tampoco hay mucha información acerca de la trayectoria del compositor, resumida en cuatro breves líneas, ni de los intérpretes más allá de sus nombres. Detalles que, en todo caso, no empañan la excelente experiencia de Música para Oír.


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Koljatic S., Tomás. 2014. [Reseña]"Gálvez Silva, Gabriel. 2013. Música para Oír. La Serena: Fondo de Fomento de la Música Nacional". Resonancias 18 (35): 179-182.

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