En este número presentamos textos que respondieron a nuestra convocatoria respecto de un ejercicio crítico, analítico y actualizado en torno a las relaciones y tensiones entre música, investigación e historia. Pretendíamos con esto favorecer la ampliación y renovación de la historiografía musical regional y local, entendida esta no sólo como la escritura de su historia, sino también como su revisión metodológica.
En nuestras latitudes tal proceso planteó sus primeros desafíos al momento mismo del surgimiento de las historias de la música nacionales, en las décadas centrales del pasado siglo, profundizándose en las décadas siguientes con la irrupción de la musicología histórica,[1] para hacer crisis en épocas recientes, con la integración a esta actividad de autores de diferente formación disciplinaria. Paralelamente, fueron configurándose universos histórico musicales de diversa tradición, con narrativas producidas por diferentes enfoques. Si en el primer momento los problemas epistemológicos fueron históricos, en el segundo fueron musicológicos, mientras que en el tercero llegaron a constituir asuntos de las ciencias sociales y las humanidades. En todos estos ámbitos se observan diversas concepciones de lo que la música es, así como del rol que cumple, tanto en la vida social como individual.
Observando la relación más amplia que vincula a la música con el pasado, es posible observar que tal dimensión no es privativa de la musicología histórica y que en el ámbito de la etnomusicología esta se haya presente en diversos enfoques e investigaciones, al punto que desde tal especialidad se ha llegado a plantear que “toda descripción del presente que no esté informada por una apreciación de su dimensión histórica es, desgraciadamente, incompleta” (Widdes 1992, 219). Y lo mismo podríamos decir respecto del más específico ejercicio de análisis estructural de la música. Tales asertos parecen insoslayables, por otra parte, desde “la inmediatez territorial de la cultura” latinoamericana, en términos de Castillo Fadic (1998, 15).
De tal manera, en este número no resulta raro que los aportes que respondieron a nuestra convocatoria apliquen a músicas de diversas épocas y estilos, en distintos niveles y a través de diversos problemas y casos también. Abriendo el dossier, la musicóloga mexicana Natalia Bieletto discute el desafío metodológico que representa para el historiador de la música popular, el abordaje de prácticas y problemas musicales cuyas fuentes resultan inaudibles, en tanto su hermenéutica no se traduce en sonidos o notación, situación que parece agudizarse según más tempranos sean los contextos que las producen. Enseguida, el trabajo de la historiadora colombiana Juliana Pérez devela una mitificación historiográfica, fronteriza a procesos de invención de tradiciones y problemas de traducción, sin que unos y otros impliquen intención, sino simples condicionamientos de habitus de sus autores, en términos bourdianos. Luego, y a través del análisis de piezas de compositores novohispanos, el musicólogo argentino Leonardo Waisman plantea la reconsideración de una de las operaciones historiográficas fundamentales en torno a la investigación musicológica del período colonial americano: la periodización y su consiguiente discusión estilística. Por su parte la musicóloga Valeska Cabrera ofrece una nueva aproximación al espacio catedralicio decimonónico chileno a lo largo del desempeño de tres maestros de capilla (y un solo Arzobispo), problematizando la tensión Iglesia-Estado en términos de poder respecto del neopatronato republicano y su incidencia en la dotación musical de ese templo metropolitano.
La sección Documentos incluye, complementariamente, dos ensayos de musicólogos nacionales. En primer lugar José Manuel Izquierdo K. discute algunos problemas epistemológicos que inciden en los discursos que (auto)definen la ontología de la música latinoamericana, especialmente del siglo XIX, contenidos en conceptos como “exótico” o “mestizo”, en tanto dispositivos identitarios que inciden en la valoración de “lo original” y “distintivo”, en relación al referente europeo, proyectando el problema a operaciones historiográficas tan centrales como la periodización y las etiquetas estilísticas. Por último, quien suscribe, da cuenta en su escrito de los primeros resultados de una investigación en torno a la historiografía musical chilena, en formato libro de circulación pública, proponiendo una clasificación preliminar de tal producción (que proporciona en anexo) y problematizando algunos de sus rasgos distintivos.
Cierra este número el aporte del músico Oscar Ohlsen, quien reseña tres fonogramas de intérpretes chilenos que provienen del ámbito de la música antigua y que exploran repertorios de diversos instrumentos de cuerdas pulsadas, tanto en su formato solista como conjunto, sonoridad que constituye uno de los últimos aportes a la paleta tímbrica antigua, tanto a nivel internacional como local.
Castillo Fadic, Gabriel. 1998. “Epistemología y construcción identitaria en el relato musicológico americano”. Revista Musical Chilena 52 (190): 15-35.
Pérez González, Juliana. 2010. Las historias de la música en Hispanoamérica (1876-2000). Bogota: Universidad Nacional de Colombia.
Widdes, Richard. 1992. “Historical Ethnomusicology”. En Ethnomusicology: An Introduction, editado por Helen Myers, 219-237. Basingstoke: Macmillan.
[1] Un panorama al respecto es el que ofrece Juliana Pérez González en su libro Las Historias de la Música en Hispanoamérica (1876-2000) (2010).
Rondón, Víctor. "Editorial". Resonancias 20 (38): 9-10.