Resonancias: o estágio em andamento

Resonancias vol. 21, n° 40, enero-junio 2017, pp. 167-179.
DOI: https://doi.org/10.7764/res.2017.40.10

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Breve historia de un gran cambio

En los dos textos anteriores, Alejandro Guarello y Carmen Peña han dado cuenta de los quince primeros años de existencia de Resonancias, durante los cuales la revista fue gestionada por ellos en calidad de director y editora, respectivamente. Como se expresaba en la editorial del número 32 de la revista (junio de 2013), en la que se anunciaba el inicio de “una nueva etapa de funcionamiento” (p. 9), los cambios implementados durante los últimos años no hubiesen sido posibles sin dicha historia previa, durante la cual Resonancias se constituyó ya en un órgano importante para la difusión de la investigación y la reflexión sobre música en Chile y América Latina.

Más aún, es de justicia señalar que el proceso de cambio al que ahora nos referiremos se inició ya en la última parte de la gestión de Guarello y Peña. En efecto, hasta el número 31 (noviembre de 2012) la revista incluía normalmente dos artículos de investigación, dentro de la sección “Estudios”, a los que se sumaba un número por lo general mayor de “Reflexiones”, esto es, ensayos académicos sobre temas musicales, pero sin un perfil investigativo. Además, solían incluirse entrevistas en la sección “Testimonios” y reseñas en la sección “Comentarios”. En su conjunto, pues, los textos de otro tipo superaban ampliamente a los de la sección “Estudios”.

Sin embargo, en la editorial al propio número 31, Guarello afirmaba que hasta ese momento el equipo editorial había “procurado ser fiel al propósito que desde un comienzo le animó: ser un órgano ‘dirigido a diferentes públicos interesados, según sus preferencias, en el ámbito de toda expresión musical y bajo un punto de vista reflexivo’”, como él mismo había expresado en el número 1 (noviembre de 1997, p. 1). Pero, transcurridos ya quince años, reconocía “la necesidad de acoger las demandas del medio musical local y global para reformular algunas de sus secciones, aunque siempre manteniendo el espíritu inicial arriba descrito” (p. 4).

Aunque Guarello no detalló en qué consistían esos cambios o el curso que la revista iba a tomar a partir de entonces, al momento de escribir su editorial se hallaba ya en preparación, por parte del nuevo editor, Christian Spencer, el número 32 de la revista, consistente en un dossier temático sobre el tema “cuerpo, música y cultura en el Chile contemporáneo”. Spencer ya había colaborado con Peña en la labor editorial del número anterior, pero este fue el primer número en el que ocupó íntegramente esta función, aún bajo la dirección de Guarello, si bien, durante el proceso, asumió Alejandro Vera como nuevo director de la revista.

¿Cuáles fueron las novedades implementadas en este número, que de un modo u otro reflejaban las nuevas “demandas del medio musical local y global”? Primero, el evidente incremento en el número de artículos, que pasó de dos –como era tradicional– a seis, cada uno con resúmenes en castellano e inglés. No por casualidad esta era la cantidad mínima exigida por la base de datos SciELO para indexar las revistas académicas. Segundo, la sección de “Estudios” –a partir de ese número llamada “Artículos” para adecuarla a la nomenclatura empleada más frecuentemente entre las revistas académicas– adquirió un claro protagonismo en relación con las demás secciones. Y tercero, el número 32 fue el primero que contó con evaluaciones externas para las propuestas de artículos recibidas (hasta ese momento, era el comité editorial el encargado de evaluarlos). De modo que en la última parte de la gestión de Guarello y Peña existió ya una clara intención de introducir cambios importantes en la revista.

La designación ya señalada de Vera como director de Resonancias, por decisión del director del Instituto de Música UC, Sergio Candia, se hizo con el expreso encargo de continuar por esta senda e incrementar su perfil investigativo. Así, el número 33 (diciembre de 2013), introdujo nuevos cambios dignos de destacar. Mientras que hasta el número anterior los textos para la revista eran solicitados personalmente a cada autor por el director, la editora o algún miembro del comité editorial, este número fue el primero que contó con una convocatoria abierta. Por esta razón, si bien se mantuvo la cantidad de seis artículos del número 32, la procedencia geográfica de los autores se diversificó enormemente, para incluir a tres investigadores residentes en España, una en Brasil, otro en Sudáfrica y solo uno en Chile. Además, el número 33 fue el primero de seis que contaron con el auspicio de la Dirección de Arte y Cultura de la Universidad, cuyo financiamiento adicional hizo posible, entre otras cosas, implementar una versión en línea para la revista, de modo que todos sus números, desde el primero en adelante, estuviesen disponibles en acceso abierto para cualquier interesado.

El número 34 –primero que contó con Leonora López como editora, en reemplazo de Spencer– consistió en un nuevo dossier temático, esta vez sobre el tema “Música, política y dictaduras iberoamericanas”. Originalmente, la idea había sido propuesta por Spencer para conmemorar los cuarenta años del golpe militar en Chile, pero, a medida que el tema era discutido por el comité y equipo editorial (incluyendo a la nueva editora), pareció necesario ampliar el foco a la relación entre música y política en un sentido más amplio y abrir la convocatoria a otras latitudes de Iberoamérica, si bien manteniendo a los regímenes dictatoriales como tema principal. Aparte de aquello, este número fue el primero que amplió la convocatoria a artículos en inglés, además de los tradicionales castellano y portugués que se admitían hasta la fecha –cambio cuyos efectos concretos se verían materializados dos números más tarde con la publicación de los primeros artículos en dicho idioma–.

En términos generales, las transformaciones señaladas han encontrado continuidad en los números siguientes, incluyendo el que ahora editamos, con el que la revista alcanza nada menos que dos décadas de vida. Más adelante realizaremos una evaluación general de lo que se ha publicado en estos últimos cinco años, en términos de contenido, como complemento al texto que Carmen Peña ha escrito en relación con la etapa anterior.

Algunas razones tras el cambio

La breve cronología previa muestra que el cambio de perfil de Resonancias no ocurrió de la noche a la mañana; más bien fue un proceso gradual que tuvo su origen en una percepción, compartida tanto por el comité editorial y la dirección del Instituto de Música UC anteriores como por los actuales, de que la revista necesitaba cambiar para responder mejor a las necesidades del medio local y global. ¿Pero, en qué consistían estas necesidades? El listado que sigue intenta resumir aquellas que resultaron más determinantes a la hora de optar por un perfil más claramente investigativo.

En primer lugar, nos parecía que la cantidad de revistas musicales de investigación en lengua hispana era insuficiente para responder a las demandas de publicación del medio latinoamericano y español. Aparte de la propia Resonancias, las que había a comienzos de 2013 incluían el Anuario Musical, Nassarre y la Revista de Musicología en España; Acta Musicologica (revista de la Sociedad Internacional de Musicología) en Suiza, que admitía artículos en castellano y otros idiomas; Latin American Music Review en Texas (EEUU), que aceptaba artículos en castellano, inglés y portugués; la Revista del Instituto de Investigación Musicológica Carlos Vega en Argentina (a la que iba a añadirse poco después El Oído Pensante del CONICET); y, ya en nuestro país, la clásica Revista Musical Chilena de la Universidad de Chile y Neuma, de la Universidad de Talca, ambas íntegramente en castellano.

El hecho de que las revistas académicas de música en lengua hispana no llegasen a la decena (situación que se mantiene en la actualidad) no se condecía con la ingente actividad musicológica del medio, dada, entre otros factores, por la existencia en Latinoamérica y España de programas de postgrado en musicología (solo en Chile se cuentan tres), la realización de congresos permanentes en el área (como los de la Asociación Argentina de Musicología, la IASPM-AL y la Sociedad Chilena de Musicología) y la presencia de centros de investigación musical como el CENIDIM en México o la Institución Milà y Fontanals del CSIC en España. En otras palabras, nuestra percepción era que una revista de investigación musical que publicase regularmente de cinco a siete artículos en castellano por número –como hacían otras revistas del área– tendría una buena acogida en Chile y el resto de los países hispanohablantes.

Una rápida mirada a los artículos de investigación que hemos publicado en los últimos años (números 32 a 40) demuestra que dicha percepción era acertada. Si consideramos el país de residencia de los autores, Chile concentra el mayor porcentaje (31%). Del universo restante, un porcentaje mayoritario (30%) corresponde a otros países de habla hispana (en orden decreciente, Argentina, España, México, Perú, Uruguay y Venezuela). Esto confirma que la nueva versión de Resonancias ha resultado bienvenida en el medio hispanoamericano, sobre todo si se considera que las propuestas han sido recibidas por iniciativa de los propios autores.

 

Sin perjuicio de ello, desde el número 15 (noviembre de 2004) Resonancias admitía artículos de investigación en portugués, con el objetivo de abrirse “a los investigadores y lectores brasileños e incorporar en propiedad a toda la comunidad latinoamericana”, según afirmara Guarello en la editorial correspondiente (p. 3). A este anhelo, compartido por el equipo actual, se añade el hecho de que Brasil es sin duda el país de Sudamérica que cuenta con un mayor desarrollo de la investigación musical en el postgrado; baste señalar que las actas del II Simpósio Brasileiro de Pós-Graduandos em Música (SIMPOM), organizado por la UNIRIO en 2012, incluyen 56 artículos musicológicos, además de otros muchos vinculados con la educación musical y los estudios del sonido.[1] Por esta razón, se decidió en esta nueva etapa mantener al portugués como uno de los idiomas oficiales de la revista, lo que ha constituido un acierto si se considera que Brasil es el país que ha aportado un mayor número de artículos (19%) después de Chile, en los números 32 a 40.

El caso brasileño en general, y las actas del SIMPOM en particular, ponen en evidencia otro hecho de interés, que también fue considerado al momento de reorientar la marcha de la revista: si bien la musicología continúa ocupando un lugar muy importante, la investigación musical se alimenta hoy en día de otras áreas, entre las que destacan la educación musical, la teoría musical y lo que podríamos llamar los estudios del sonido (tecnología musical, sonología). De hecho, nuestro Instituto de Música cuenta actualmente con un área de “Música, ciencia y tecnología” que genera cada año publicaciones especializadas e importantes proyectos de investigación con fondos externos.

Por lo anterior, a partir del número 33 se decidió, según se indicaba en su convocatoria, abrir la revista a las diversas disciplinas que configuran “el amplio campo de la investigación musical”, como son, además de la musicología y la etnomusicología, “la historia, la sociología, la antropología, el área de ciencia y tecnología, [y] música y cognición”, entre otras.

El resultado de esta apertura puede interpretarse como una moneda de dos caras: por un lado, la mayor parte de los artículos continúa perteneciendo al campo musicológico,[2] lo que evidencia el mayor desarrollo que este tiene en el ámbito iberoamericano; por otro lado, el hecho de haber publicado un dossier (número 36) sobre el campo de la “música, ciencia y tecnología”, coordinado por el profesor Rodrigo Cádiz, demuestra que existe una demanda por otras áreas y hace prever que su presencia en la revista continuará incrementándose, a medida que estas alcancen un mayor desarrollo en nuestro medio.

Finalmente, si queríamos que la revista respondiera a las necesidades del medio ya señaladas, nos parecía necesario no solo robustecer su perfil investigativo, sino también que tuviese dos características más, acordes con dicho perfil: 1) estándares de funcionamiento propios de las revistas de investigación y 2) una circulación global.

En cuanto a lo primero, la revista cuenta hoy con convocatorias abiertas, como se ha señalado; las propuestas de artículos son evaluadas por especialistas externos al equipo editorial, mediante el sistema doble-ciego, a objeto de asegurar la máxima transparencia y ecuanimidad posibles en el proceso de selección; se procura mantener la regularidad en la publicación de los números, a objeto de evitar retrasos en la difusión de los trabajos, con el consiguiente perjuicio a los autores; aparte de estar bien delineado, el procedimiento editorial es público y se encuentra disponible en tres idiomas en el sitio web de Resonancias; y lo mismo ocurre con la “declaración de ética” de la revista, que suscribe la declaración sobre publicación de investigación responsable promovida por el Committee on Publication Ethics y desarrollada por Sabine Kleinert y Elizabeth Wager en el Segundo Congreso Mundial en Integridad Investigativa, celebrado en Singapur en el año 2010.

Lo segundo –una circulación global– nos parecía imprescindible considerando el modo en el que circula el conocimiento en nuestros tiempos: cada vez con mayor frecuencia los investigadores buscan información en línea y esperan que los textos se encuentren disponibles para descarga y proporcionen opciones de búsqueda automática, como las que ofrecen los formatos PDF o HTML. La inclusión de artículos en inglés a partir del número 36 fue una de las medidas que se adoptaron en este sentido, pero no fue la única: también se implementó una versión en línea, como ya se ha indicado, y se decidió que fuese de acceso abierto; además, Resonancias fue postulada a algunos de los índices de revistas científicas y musicales más importantes del mundo, a objeto de obtener una mayor validación e incrementar su visibilidad entre los investigadores. Esta iniciativa ha sido exitosa, como demuestra la actual inclusión de la revista en la colección principal de Web of Science (Emerging Sources Citation Index), Scopus y Latindex-Catálogo, además de RILM (Répertoire International de Littérature Musical) y su “Abstract of Music Literature with Full Text”, elaborado en conjunto con EBSCO.

En síntesis, pensamos que Resonancias constituye hoy en día un medio importante para la difusión del conocimiento generado en el ámbito de la investigación musical, especialmente en el medio iberoamericano, pero no solo circunscrito a él.

Síntesis de lo publicado – tendencias

Artículos

Entre 2013 y 2017 se han publicado nueve ediciones de Resonancias, en las cuales se reunen 54 artículos de investigación escritos por autores residentes en quince países. De esas nueve ediciones, cuatro han sido de temática libre y cinco han sido dossieres temáticos, enfocados estos últimos en los vínculos entre cuerpo, música y cultura en el Chile contemporáneo (n° 32); música, política y dictaduras iberoamericanas (n° 34); música y tecnología (n° 36); música, historia e historiografía (n° 38); y música e instituciones (n° 40). Recogiendo este pequeño universo de publicaciones –que, no obstante, es significativo– ha sido posible observar e identificar ciertas tendencias.

Como marco general, las áreas de estudio identificables a través de los diferentes artículos publicados en esta nueva etapa son la musicología histórica, los estudios de música popular, la etnomusicología, los estudios sobre música y tecnología, los estudios sobre música y cognición, y la arqueomusicología. Evidentemente, hacer una clasificación tan taxativa es más bien artificial si consideramos que la definición de cada una de estas corrientes de investigación se da a partir de la combinación de elementos de naturaleza dispar –objeto de estudio, modelos teóricos, metodologías, énfasis interpretativos, etc.– y que, dependiendo del ángulo con que se mire, varias propuestas podrían fácilmente corresponder a más de una categoría. Estas yuxtaposiciones, que vuelven difusos los límites, se encuentran en casi todas las categorías, por lo que una revisión como la que aquí proponemos no puede sino reconocerlas en cada caso, indicando estas zonas grises siempre que sea pertinente para evitar generalizaciones innecesarias.

Según nuestra clasificación, entonces, la línea más presente resulta ser la musicología histórica, con veintiséis propuestas publicadas, si bien algunos de estos trabajos se distancian de los tipos de música tradicionalmente asociados a su dominio, abordando, desde el registro y la reflexión historiográfica, repertorios y prácticas provenientes de la música popular (Bieletto 2016 y Fontenele 2016) y de la música de tradición oral (Pérez 2016 y Hutchinson 2016).

En términos temáticos, algunas líneas claramente recurrentes en las investigaciones históricas son nacionalismo/nación (Ramos 2013, Saavedra 2014, Kühl 2016, Hutchinson 2016, Cascudo 2017 y Vetromilla 2017), música en catedrales latinoamericanas (Lazos 2015, Cabrera 2016, Gembero-Ustárroz 2016 y Vega 2017), vínculos entre música y otras instituciones religiosas (Ramos 2013, Robedo 2013, Guerra 2014, Fahrenkrog 2016 y Andrés 2017) y música de concierto (Sato 2013, Albo 2014, García 2014, Cascudo 2017, Merino 2017 y Vetromilla 2017). En términos metodológicos, los enfoques más recurrentes son el análisis del discurso (en la música y en torno a ella), el análisis crítico de fuentes y el trabajo de archivo. Una línea de indagación que se repite en varias de las propuestas es la de la construcción del pasado en sus aspectos metodológicos, discursivos y políticos. Esta preocupación se ve con mayor o menor centralidad en la mayoría de los trabajos de corte histórico (ejemplos claros son Saavedra 2014, Bieletto 2016, Pérez 2016 y Vega 2017).

La segunda área más prevalente es la de los estudios de música popular en su sentido amplio, con dieciséis propuestas publicadas. Aquí también encontramos una alta recurrencia de los tópicos asociados a la línea nacionalismo/nación (Fornaro 2014, Favoretto 2014 y Rodríguez 2016), además de aquellos relativos a los vínculos entre música y política en sus distintas variantes (Solís 2013, Parahnos 2014, Fornaro 2014, Ramos de Oliveira 2014, Favoretto 2014, Jordán 2014, García, Greco y Bravo 2014, Rodríguez 2016 y Boix 2017). La historia del presente y la socio-historia son también líneas prevalentes en esta área, con diez de los artículos situándose en un terreno compartido entre musicología histórica y estudios de música popular.[3] En términos metodológicos, los enfoques más recurrentes en los estudios de música popular publicados en este período son la etnografía (Molina 2013, Paredes 2013, Pereira 2013 y Boix 2017), el análisis del discurso (en la música y en torno a ella) (Solís 2013, García, Greco y Bravo 2014, Favoretto 2014, Conter y Lopes da Silveira 2014 y Parahnos 2014) y la historia oral (Karmy 2013, Subiabre 2013, Ramos de Oliveira 2014, Jordán 2014, Rodríguez 2015).

La etnomusicología tradicional –entendida como el estudio de las músicas de tradición oral– ha estado poco representada, con solo dos trabajos publicados entre 2013 y 2017 (Giménez 2013 y Parody 2014). No obstante, la etnografía, en tanto herramienta metodológica, está ampliamente presente en los estudios sobre músicas populares urbanas (ver párrafo anterior) y existe una propuesta en particular (Chornik 2014) con un énfasis tan marcadamente antropológico –los usos de la música en el contexto de los centros de detención durante la dictadura de Pinochet– que, independiente del tipo de música que resulte tratar (en su mayoría música popular), nos parece adecuado considerarla en la frontera entre la etnomusicología y la historia oral –es decir, un claro ejemplo de las yuxtaposiciones que adelantábamos al comienzo de este apartado–. También asociado a la etnomusicología podría considerarse el único trabajo de arqueomusicología presente durante este período (Pérez de Arce 2015), el cual es, además, uno de los escasos dos trabajos de corte organológico publicados (el otro es Battaglini 2015).

En el área de los estudios sobre música y tecnología encontramos cinco artículos (Deery, Dzjaparidze y Renwick 2015, Taylor 2015, Holmes 2015, Cussen 2015 y Sammartino 2015), cuatro de ellos pertenecientes al dossier dedicado al tema (junio 2015). Es interesante constatar que esta ha sido la convocatoria temática para la que menos propuestas se han recibido. Durante el proceso de convocatoria, evaluación y edición se constató que se trata de un área con una orientación mixta entre la investigación y la práctica, develando una cierta distancia entre sus productos y los medios tradicionales de comunicación académica, al menos en nuestras latitudes. Sin duda, en lo referido específicamente a la investigación, es un área más trabajada en los países angloparlantes, por lo que no es de extrañar que, justamente, el número dedicado a ella sea el que más contribuciones en inglés ha tenido hasta la fecha.

Los estudios sobre música y cognición, finalmente, están representados por tres artículos, dos publicados en ediciones de temática libre (Hurtado 2014 y Schumacher y Fuentes 2016) y uno en el dossier sobre música y tecnología (Schumacher 2015).

Saliendo del plano de las áreas de investigación y entrando a tendencias más transversales, podemos constatar que hay pocos trabajos escritos desde el punto de vista del proceso compositivo (de la poiesis particular), lo cual pareciera marcar una diferencia con tendencias del pasado e ilustrar una marcada orientación hacia los discursos y prácticas situadas socialmente. Ejemplo de ello es el hecho de que la mayoría de los artículos enmarcan su objeto de estudio en contextos culturales nacionales o de otras identidades colectivas, siendo los menos los que se enmarcan en contextos más bien estéticos o disciplinares (excepciones son Fessel 2014 y Deery, Dzjaparidze y Renwick 2015). Tal vez por esta razón, se percibe una baja frecuencia de trabajos en los que el análisis musical figure como herramienta metodológica principal (Fessel 2014 y Waisman 2016).

Además de los trabajos publicados en el dossier dedicado al tema, hay varios artículos sobre los vínculos entre música y política, los cuales retratan y analizan críticamente diversas formas de vinculación entre ambas esferas –con instituciones, ideologías, movimientos socio-históricos, etc.–, pero muy pocos ofrecen una posición abiertamente política por parte del autor, ya sea en relación a contingencias político-sociales o a procesos internos de su disciplina (una excepción notable es Hutchinson 2016, quien describe su propuesta de investigación como activista).

Del mismo modo, y cerrando el foco desde lo social hacia lo disciplinario, es posible identificar algunos trabajos de corte teórico –o meta-disciplinares– (Ramos 2013, Bieletto 2016 y Schumacher y Fuentes 2016), pero la gran mayoría de las propuestas publicadas se enfoca en la investigación de casos.

Algo interesante de constatar es que hay dos trabajos que incursionan en una línea emergente, que es la de las retóricas transmediales (Holmes 2015 y Cussen 2015), aunque ninguno de los dos lo declara expresamente, tal vez por tratarse de un área que aún no ha trascendido del todo los límites de los estudios sobre la comunicación –su nicho de origen– para integrarse a la batería conceptual de los estudios musicológicos (o sobre música en su sentido amplio).

En contraste con lo anterior, hay algunas líneas de investigación actualmente consolidadas y ampliamente trabajadas que no se encuentran representadas. Es el caso de los estudios de género, desde los cuales solo una de las propuestas publicadas está planteada (Solís 2013). Los estudios de performance, en tanto, tampoco están tan presentes como se pensaría, pues, si bien es un elemento que se toma en cuenta en varias de las propuestas (sobre todo en aquellas referidas a músicas populares mediatizadas), no se constituye en la base para el análisis (es el caso de Sato 2013, Becker 2013, Jordán 2014, Deery, Dzjaparidze y Renwick 2015 y Taylor 2015).

Finalmente, en términos temporales, es interesante constatar que los períodos históricos más estudiados son los siglos XX y XXI –es decir, las prácticas actuales–, sumando entre ambos 35 propuestas, lo cual representa un 65% del total de los artículos publicados. En el otro extremo del espectro, la música profana del siglo XVI es abordada solamente por dos artículos (Knighton 2013 y Waisman 2016).

Con toda probabilidad la producción continuará diversificándose con el tiempo, tanto en términos temáticos y cronológicos como en cuanto a la perspectiva disciplinaria, a medida que campos que hoy consideramos emergentes acaben por consolidarse y generen un corpus más numeroso de investigaciones.

Documentos y Reseñas

La sección “Documentos” de Resonancias ha estado dedicada en esta nueva etapa “a otros tipos de textos, como ensayos, entrevistas o transcripciones de fuentes relevantes”.[4] En el caso de los dossieres temáticos este espacio se ha utilizado consistentemente como una oportunidad de profundizar aún más en el tema en cuestión desde otros registros, como el ensayo reflexivo, la bibliografía temática, el artículo de revisión, el texto de autor y el diálogo colectivo. En el caso de los números de temática libre, se han incluido trabajos sobre fuentes de archivo, conmemoraciones de eventos relevantes, e incluso en ocasiones la sección se ha erigido en pequeño dossier temático por sí misma. Es el caso de los números 33 y 37, cuya sección “Documentos” estuvo dedicada, respectivamente, a las relaciones entre música, ciudad y paisaje sonoro en Chile, y a las implicancias que la subjetividad del investigador tiene en la construcción de su objeto de estudio.

En lo referente a las reseñas, en tanto, entre los números 32 y 40 se han publicado en total veintidós, dedicadas principalmente al comentario crítico de fonogramas y libros, aunque también están representadas las ediciones de partituras y un registro audiovisual.

Principales dificultades y desafíos a futuro

Son muchos los desafíos diarios que enfrenta una revista académica. La mayoría de ellos tiene que ver con la naturaleza misma de su labor y, por lo tanto, puede ser sorteada exitosamente mediante el trabajo comprometido de un equipo editorial competente. Sin embargo, hay otras dificultades que bordean el trabajo propiamente académico y que plantean situaciones mucho más problemáticas e inciertas, aunque igualmente cruciales para la operatividad e, incluso, la sobrevivencia de una publicación.

La dificultad para acceder a fuentes estables de financiamiento y la ausencia de una plataforma de apoyo institucional que permita a las revistas optimizar su operatividad y el cumplimiento de los estándares vigentes en su área es uno de los principales desafíos con los que Resonancias –al igual que la mayoría de las revistas académicas de nuestra área– se enfrenta día a día. Sin perjuicio del apoyo invariable del Instituto de Música y del incentivo económico que brinda la Universidad a las revistas indexadas, los recursos con los que se cuenta son escasos en comparación con las revistas académicas europeas o estadounidenses. Esto no es sorprendente, dada la evidente e histórica diferencia entre las economías de ambas latitudes, no obstante, pese a esta disparidad de recursos, los niveles de exigencia que se imponen a las revistas chilenas por parte de universidades y agencias del Estado, son exactamente los mismos a los que se ve sometida una publicación europea que cuenta con el respaldo financiero de una editorial académica de larga tradición y el apoyo operativo de equipos especializados en trabajo editorial, producción, diseño y marketing. En síntesis, se han importado estándares sin tomar en cuenta los modelos que los sostienen, lo cual cimenta un ámbito de acción de cierta inconsistencia y precariedad.

Esta dificultad –que se origina en los estamentos administrativos del Estado y se irradia al resto de las instituciones encargadas de financiar la investigación en Chile– para implementar sistemas adecuados que sostengan y promuevan los resultados esperados es algo que afecta a las publicaciones especializadas en su conjunto, sin embargo, en el área de las Artes y las Humanidades se suma otra problemática que le es particular. Dentro de esta falta de estructura institucional, lo poco que hay está articulado desde una mentalidad altamente homogeneizante en relación a las exigencias de productividad y visibilidad internacional, según están definidas desde el ámbito de las ciencias, la tecnología y la medicina (STM para su sigla en inglés). El peligro de esto es que, no habiendo un modelo inclusivo para todas las disciplinas y sus respectivos parámetros de funcionamiento y validación, los pocos mecanismos de apoyo estatal a los que se puede acceder amenazan con tornarse en camisa de fuerza, aportando, en ocasiones, más complicaciones que beneficios al desempeño de las revistas de nuestra área.

En el marco de estas dificultades operativas y financieras –que hasta el momento hemos sido capaces de sortear–, y habiendo logrado alcanzar las metas propuestas al inicio de esta nueva etapa de la revista, el principal desafío que enfrentamos a futuro es ser capaces de manejar el fruto de estos logros. Es decir, ser capaces de mantener el ritmo de trabajo y los estándares de calidad ante el aumento progresivo en el flujo de propuestas recibidas, ya que, como bien sabemos, una mayor validación acarrea una mayor demanda, pero no necesariamente conlleva un aumento proporcional de los recursos disponibles para hacer frente a ese crecimiento.

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[1] Véase el índice en <http://seer.unirio.br/index.php/simpom/issue/view/99/showToc> (consultado el 19-05-2017).

[2] Considerando como pertenecientes a este campo la musicología histórica, la etnomusicología y los estudios de música popular.

[3] Con esto nos referimos a aquellos trabajos que recogen prácticas del siglo XX mediante enfoques y métodos provenientes de la investigación historiográfica pero complementados por herramientas propias de otras disciplinas, punto que hemos tenido en cuenta para considerarlos estudios de música popular más que de musicología histórica.

[4] Como consta en la sección “Objetivos y Cobertura” de nuestro sitio web (http://revistaresonanciaslib.uc.cl/es/Politica-editorial/objetivos-y-cobertura.html).


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Vera, Alejandro y Leonora López. 2017. "Resonancias: la etapa en curso". Resonancias 21 (40): 167-179.

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