René Silva. 2018. Bitácora del viento. Santiago: Fondos Concursables Facultad de Artes UC. CD.

Resonancias vol. 22, n° 43, julio-noviembre 2018, pp. 199-200.

DOI: https://doi.org/10.7764/res.2018.43.13

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A la vez que recibe encargos de obras por parte de diversas instituciones culturales y agrupaciones musicales del país, René Silva Ponce (nacido en Santiago en 1984) publica su segundo disco compacto, convertido en uno de los compositores más interpretados de su generación. Posee una formación extensa y diversa, habiendo sido alumno de Andrés Ferrari, Rafael Díaz, Jorge Pepi y Celso Garrido-Lecca, con quien realizó una pasantía en el Perú.

Últimamente su música ha estado presente en agrupaciones como la Orquesta de Cámara de Chile, la Orquesta Clásica USACH, la Camerata UNAB, la Sinfónica Nacional de Chile, además de presentar su primer trabajo netamente escénico, la ópera para niños La Malén, recientemente estrenada bajo la dirección de Rodolfo Fischer. Eso sin contar la abundante música vocal y de cámara que forma el grueso de un catálogo sorprendentemente abultado para un compositor de 34 años.

Bitácora del Viento es el nombre asignado a este trabajado financiado por los fondos concursables de la Facultad de Artes de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y tal como su anterior fonograma, está enfocado en su trabajo de cámara. El título devela dos aspectos esenciales del trabajo creativo de Silva. Por un lado, su relación con la poesía, y por otro, el hecho de que el compositor prefiere escribir música con un concepto no musical en mente, es decir, motivado por una imagen, un poema, un hecho histórico, una situación social, o festividades de religiosidad popular, que Silva ha estudiado a fondo, especialmente La Tirana.

El disco se inicia con Grilletes y Cadenas (2016), para cuarteto de cuerdas. Silva es respetuoso con la tradición de este género en cuanto a forma y balance, y sus cuatro movimientos funcionan como perfecto compendio del lenguaje propio del compositor. El manejo rítmico es motor de la pieza en su totalidad, y es que está inspirada en la Morenada, danza típica de Bolivia. Cabe notar que la interpretación está a cargo del virtuoso Cuarteto Surkos.

Silva ha trabajado en los últimos años una serie de obras para instrumentos solos bajo el título de Espejismos. Esto le ha servido para explorar las capacidades y colores de cada uno de ellos, lo que nutre su paleta, y por supuesto después aplica en otras composiciones. Espejismo 6 (2015) es para clarinete solo, y la amplísima gama de sonidos que requiere, incluyendo técnicas extendidas, recibe una dedicada lectura por parte de Javier Leone, músico de Temuco.

Mencionamos al principio que el trabajo con textos es importante para Silva, como inspiración conceptual, pero también en la musicalización de palabras, que es en opinión de quien escribe, uno de sus principales fuertes a la hora de componer. Su trabajo ha servido como difusión a voces menos masivas de la lírica local, como el poeta chilote Manuel Zúñiga, que fue la base para una de sus más sinceras obras, la Cantata por las Ánimas del Báker (2010), incluida en su anterior disco Señales.

Los directos y sentidos poemas de Zúñiga volvieron a ser fuente en sus Canciones Humanas, del año 2015. Estas tienen como temática la pobreza, conectándose con la sensibilidad social del compositor. Javier Weibel, uno de los más activos barítonos de la escena local, es acompañado por Cristofer Schenke (viola) y Jorge Pepi-Alos (piano), en estas cuatro joyas vocales, donde el entramado resultante de ambos instrumentos se complementa con la línea de canto para alcanzar un delicioso equilibrio sonoro.

San Lorenzo habló a través del viento (2016) está escrita para flauta dulce soprano. El tratamiento del aerófono está condicionado por las experiencias de Silva en el Norte Grande. Más específicamente el sonido del viento deslizando por los valles que rodean el pequeño pueblo de Tarapacá, cerca de Huara. Javiera Portales es la intérprete, y nuevamente notamos, en sus sutilezas de matiz, una constante búsqueda de colores que podrán ser explotadas en piezas siguientes.

En opinión de quien escribe, En este suelo habitan las estrellas (2015) para clarinete (Javier Leone), cello (Gerhard Gedies) y piano (Adriana Balter), se erige como una de las más acabadas obras de cámara del compositor. Esto por la justa distribución de sus componentes, la solidez del material temático y la precisa dosis de expresividad. La música de Silva, con su énfasis en el color, sus armonías elásticas, y las evocadoras texturas, encuentra aquí uno de sus puntos de mayor brillo. Está inspirada en el poema homónimo de Elicura Chihuailaf, el cual los intérpretes deben leer antes de tocar la pieza. Silva incluyó, a modo de introducción, un registro del propio poeta recitando su texto en mapudungún y castellano.

El disco concluye con Junto al relente floreció el chañar (2017), honesta pieza despojada de pretensiones, en que un violín y un piano producen hondas sonoridades contrastantes, resueltas por una melodía final, clímax de la obra. El violinista Rodrigo Aros y la pianista Marcela Rodríguez le otorgan vida a su interpretación, siempre privilegiando la claridad.

En lo meramente técnico, el disco está magníficamente bien masterizado por Rodrigo Pérez, aunque no deja ningún espacio de silencio entre obra y obra. Se echa de menos un par de segundos entre cada pista para absorber mejor el contenido y transitar entre los diferentes mundos de inspiración que ofrecen estas seis composiciones.


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Gallegos, Álvaro. 2018. [Reseña] "René Silva. 2018. Bitácora del viento. Santiago: Fondos Concursables Facultad de Artes UC. CD". Resonancias 22 (43): 199-200.

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