Resonancias vol. 23, n° 44, enero-junio 2019, pp. 151-159.
DOI: https://doi.org/10.7764/res.2019.44.9
A fines de la década de 1930, el compositor argentino Carlos Guastavino (1912-2000) abandonaba su ciudad natal, Santa Fe, para radicarse en la Capital Federal. Se insertaba así en el ámbito cultural de la bullente Buenos Aires, atravesado ya por el masivo proceso inmigratorio anterior que ahora se renovaba con nuevos exiliados y migrantes ligados a la intelectualidad, procedentes de distintas regiones europeas (Mansilla 2011, 57-92). Una creciente industria editorial ponía al alcance la literatura sobresaliente de entonces. La empatía del músico con los poemas de Gabriela Mistral (1889-1957) fue inmediata y fructificó en más de una docena de obras vocales producidas en un breve periodo (Mansilla 2011, 135-148). Algunas (entre otras, Encantamiento, Piececitos) han trascendido las barreras temporales y geográficas insertándose en el repertorio canónico de la canción de cámara latinoamericana del siglo XX.
Centrada en un corpus epistolar en torno al músico y la escritora chilena, se ofrece una reconstrucción de la relación entre ambos. Para esta tarea heurística contamos con un único documento conservado en el archivo familiar del compositor,[2]y otros once, correspondientes al legado Gabriela Mistral de la Biblioteca Nacional de Chile.[3]
Los escritos considerados para este aporte se constituyen principalmente por correspondencia. Aquí, en orden cronológico, los obrantes en el legado Mistral:
1.- AE0001816. Carta manuscrita: Francisco Silva a Mistral (Buenos Aires, 12 de julio de 1941).
2.- AE0009063. Carta mecanografiada: Martha Salotti a Mistral (Buenos Aires, 16 de enero de 1943).
3.- AE0021159. Autorización mecanografiada: Mistral a Guastavino (Petrópolis, 19 de enero de 1943).
4.- AE0007737. Carta manuscrita: Guastavino a Consuelo Saleva (Buenos Aires, 26 de octubre de 1943).
5.- AE0007738. Carta manuscrita: Guastavino a Mistral (Buenos Aires, 10 de septiembre de 1945).
6.- AE0010428. Carta manuscrita: Germán de Elizalde a Mistral (Río de Janeiro, 25 de noviembre de 1945).
7.- AE0011195. Telegrama: Valdés a Elizalde (Petrópolis, 13 de diciembre de 1945).
8.- AE0021722. Carta mecanografiada: Egilberto Chiti a Mistral (Buenos Aires, 28 de septiembre de 1953).
9.- AE0021723. Carta manuscrita: Salotti a Chiti (S/d, 5 de abril de 1954).
10.- AE0021720. Carta mecanografiada: Giuseppe Giacompol a Salotti (Buenos Aires, 21 de mayo de 1954).
11.- AE0009278. Carta mecanografiada: Salotti a Mistral (Lanús, Buenos Aires, 17 de octubre de 1956).
En contraposición, la única correspondencia conservada por Guastavino:
1.- Carta mecanografiada: Mistral a Guastavino (Petrópolis, 20 de enero de 1943).
Es Francisco Silva quien inaugura la comunicación epistolar con Gabriela Mistral, en clave entusiasta y con la complicidad de quien ha hecho una picardía. Poeta aficionado cercano a Guastavino y coautor de algunas de sus canciones emblemáticas,[4]Silva escribe a Mistral en julio de 1941 adjuntando partituras manuscritas que, según explica, ha copiado especialmente para ella. Silva menciona que, por su condición de alumno, Guastavino no cuenta con medios económicos para contratar un copista y que es por eso que él ha intervenido. Luego argumenta:
[…] Este es el motivo por el que yo, un amigo suyo se las envío, para que Ud las conozca y las juzgue y si su crítica las considera tan hermosas como los que hemos tenido el placer de oírlas, le ruego le haga llegar su opinión, que sería para el [sic] una gratísima sorpresa, ya que no sabe que hoy se las envío; pues siente por Ud enorme admiración y respeto (Código BN AE0001816).[5]
Las partituras que menciona no han sido halladas. Una serie de noticias que aporta en el párrafo siguiente nos permite corroborar la datación de algunas canciones y en un caso, corregirla.[6] Dice:
Carlos Guastavino es un joven compositor Santafesino, tiene actualmente 28 años y está becado por el Superior Gobierno de su Provincia para estudiar en Bs. As. con el maestro Athos Palma.[7] Es un eximio pianista y organista, ha compuesto desde su llegada a esta (2 años) Seis danzas a la manera popular para piano, varios preludios, obras para orquesta y alrededor de Veinte y cinco canciones con versos de Juana de Ibarbourou, Fryda Schultz, Neruda, etc siendo la mayor parte de ellas con versos de su libro Desolación y algunas de El Tala. Además de las que le adjunto ha compuesto canciones sobre sus poémas [sic]: Balada, Manitas, Corderito, Rocío y tiene bosquejadas Miedo y algunas otras que también le haremos llegar próximamente. En el concurso Municipal de Música de Bs. As. del año pasado, el jurado premió por unanimidad Siete canciones suyas, entre las que figuraban El Vaso, Rocío, Hallazgo y Corderito. Ha escrito también, deliciosas canciones para niños, algunas con letra de el [sic] mismo y en el año 1939 fué [sic] premiada su Canción del Estudiante que actualmente se canta en nuestras Escuelas (Código BN AE0001816).
Con entusiasmo juvenil, Silva pondera la obra de Guastavino y se despide con un trato cordial y respetuoso.[8]
Créo [sic], con algunos de los que en esta ciudad pueden despojarse de envidias etc. que Carlos Guastavino es nuestro más auténtico y talentoso compositor de la presente época. Su maestro le dijo cuando compuso El Vaso es magnifico [sic] podría firmarlo Gabriel Fauré o Cesar Franck, es en efecto un extraordinario liderista.Rogándole me perdóne [sic] esta extensa y deshilvanada carta, saludo a Ud. con mi mas [sic] grande consideración. Francisco Silva (Código BN AE0001816).
Varias informaciones de esta carta resultan importantes. Por un lado, que Silva identifica como organista a Guastavino, asunto prácticamente ausente en la literatura sobre el compositor y que él mismo mencionaba como un aspecto de su biografía musical casi “pintoresco” y que solo traía a colación ante preguntas puntuales. Personalmente, hemos mencionado unas incursiones en la interpretación organística que habrían tenido lugar en la capilla del Colegio La Inmaculada, de los jesuitas, donde estudió, siendo él un niño aún de escuela primaria (Mansilla 2011, 45). Sin embargo, dos investigadores han destacado la posible praxis musical con ese instrumento a la hora de descifrar ciertos aspectos de su producción musical. Illari, en su estudio sobre las estrategias modales presentes en las canciones tempranas, atribuye la completa soltura en el uso de los modos y el estilo de las armonizaciones de las piezas modales, a su trabajo como organista (2015, 57). Por su parte, Plesch ha visto en Un domingo de mañana, para piano, pasajes deudores de la escritura organística, sobre todo cuando el sujeto de esa fuga aparece en octavas en la entrada más grave. Refuerza así su comprensión de ese learned style, no solo por el conocimiento de los repertorios europeos sino también por las experiencias de aprendizaje de su infancia (Plesch 2017, 127-131). La mención de Silva no constituye por tanto un detalle menor.
Por otro lado, la atribución que Silva hace a Athos Palma de posibles comentarios reivindicativos, por comparación con Fauré y Franck, permite retomar esa suerte de “sentido común” sobre Guastavino como alguien que destacó por su capacidad para la composición vocal y por su vena melódica. Aunque no sabemos cuándo y dónde se habrían originado esas metáforas muy difundidas en la prensa periódica (“El Fauré de las Pampas”, por ejemplo), resulta ahora evidente su antigüedad. Palma, su maestro de composición, lo estaba asociando a un linaje pedagógico heredero de la Schola Cantorum y el Conservatorio de París (Mansilla 2014, 223).
Los siguientes documentos que comentamos surgen a raíz de un pedido de autorización que reiteradamente Guastavino formuló a Gabriela Mistral, para poder publicar sus partituras. Además de no contar con todos los documentos, es evidente por la lectura de los que sí tenemos, que se producían huecos o pérdidas de correspondencia en el correo internacional de la época y que a ello se sumaban las dificultades ocasionadas por las sucesivas mudanzas de la escritora en esos años. Una carta de la maestra Martha Salotti en enero de 1943 refleja la cercanía que había entre ellas y el tono franco con que la trataba.[9]Al parecer, conoció personalmente a Silva en el diario La Nación, en forma casual:
Per caso, como dicen los italianos, encontré allí a un mocito rubio que pedía su dirección. El portero se la daba mal, y entonces intervine. Poco faltó para que el joven doncel cayera en mis brazos. Se trata de Guastavino, ese músico que puso música a sus poesías, nada menos que a 15, y anda desesperado porque no llega su autorización. Es que Ud. la recibió? Me pidió que intercediera ante Ud. con tal fervor que aquí me tiene, juntas las manos, alzados los ojos, en actitud suplicante, pidiéndole conteste a estos mozos, que es pena grande que mueran tan jóvenes. Con quien yo hablé, no era Guastavino, sino Silva, su amigo devoto, que, con una cartera bajo el brazo, salió de La Nación a grandes zancadas para ponerle a Ud. un cable, que espero habrá recibido cuando esta llegue a su poder (Código BN AE0009063).
Resulta evidente que ese cable llegó, por el hecho de que en el legado Mistral se conserva una autorización firmada el 19 de enero de 1943, que dice:
La suscrita autoriza al Maestro Carlos Guastavino para que use de sus poemas aplicándolos a la música suya que él desee componer, reservándome a mi vez el derecho de escoger algunas de sus composiciones y publicarlas en algún volumen de conjunto que contenga diversos poemas míos musicalizados por varios autores (Código BN AE0021159).
Mistral está decidida entonces a autorizar al compositor a utilizar sus poemas. Le escribe al día siguiente la carta conservada en el Archivo Familiar y, probablemente, le envía la autorización.[10] Se transcribe completa por ser el documento más relevante del conjunto:
Distinguido Maestro y amigo:
Tengo abandonada mi correspondencia de hace mucho, a poco de llegar a Brasil. La razón es un descenso brusco de mi vista, que viene de una infección renal, según parece, que mejora por días, después de una cura, y vuelve, como las dolencias tercas.[11] Recuerdo perfectamente su carta anterior: pensé en contestarle, autorizándolo para el uso de lo mío que le sirva de algo, pero pidiéndole, a mi vez, alguna cosa: un día debo publicar un conjunto de músicas para niños que llevan letra mía, hay mucho de México, de Chile y de otro músico argentino también. Y he de pedir a ellos, a usted por lo tanto, que me autoricen, sin pago de derechos, la reproducción de ciertas músicas, que no serán ni todas ni la mitad, sino menos de eso.Yo creo que usted aceptará hacerme esta gracia y, por lo tanto, le mando la autorización amplia que me pide. El material mexicano es principalmente de Rondas infantiles. Ojalá algún día yo tenga una de mis Rondas hecha por usted.Hace mucho que dejé a los niños, amigo mío, y es natural el que se me hayan escapado los ritmos suyos – de ellos. Pueden volver un día. Aquí he hecho unas tres. Solo una me parece fácil de musicalizar. Cuando junte mi material que no anda en libros, el de Brasil, le mandaré estas cosas, o usted me las pedirá. Puede escribir a mi Secretaria con más seguridad de respuesta rápida. Ella se llama Consuelo Saleva; su dirección es la misma mía, que bueno es que usted anote: Rua 1° de Marco, 47, Petropolis, Brasil. Añada Consulado de Chile.Soy una pobrecita en música. Como en muchas cosas. Pero la amo al igual de los animales; la sigo como ellos, con el cuerpo y el alma. No hay arte alguna que yo quiera, ni más ni tanto como ella.Sin embargo, yo no he visto su música de mis Canciones, amigo mío. O se han perdido, como pasa con un tercio de mi correspondencia, o la han olvidado en mis tres mudanzas de casa en Brasil. Tenga paciencia y vuelva a mandármelas.En mi colección de discos, yo tengo algunas canciones de cuna. La más querida es una catalana. Cuando usted disponga de tiempo sobrado, ayúdeme indicándome otras y dándome número y origen del disco, a fin de encargarlas. Porque nada me hace más feliz que oírlas y es bueno que los poetas que empiezan a perder la alegría de mirar el mundo, se consuelen en la música, verdadera nodriza y médico sobrenatural de nuestro pobre planeta.Tuve anoche el telegrama de los señores Elizalde y Bombal. Supongo que ella sea una hermana de María Luisa, mi paisana muy admirada, de quien nunca tengo unas letras. Como no viene la dirección de ellos, deles usted mis cumplidos agradecimientos.No me diga, con inocencia de niño, que yo tengo parte en su música. Eso pertenece al capítulo de los pretextos que nos damos al crear. No son razones y a veces ni aún alcanzan a ser afirmaderos: son pretextos. Gracias, en todo caso, por su generosidad. Me hace sentirme su compañera y con ello me acuerda una verdadera gracia.Reciba mis agradecimientos y mis saludos amistosos. Buscaré a la música brasilera (no sé su dirección) para ver si ella me hace oír su música de usted.[12]
Más allá del tema de los derechos, los pedidos recíprocos de autorización, el ofrecimiento de disculpas por la discontinuidad del intercambio y el desencuentro con las partituras, esta carta aporta algunas cuestiones de índole artística que abordaremos en breve. Pero veamos ahora la siguiente carta conservada, de Guastavino a Consuelo Saleva, de octubre de 1943, unos diez meses después:
Mi estimada Sta. Saleva:
Por indicación de la Sra. Gabriela Mistral me dirijo a usted, para que prontito, le haga llegar esta canción, primera que con poesía de ella sale impresa, junto con un saludo muy cariñoso.Vuelvo a repetirle que es necesario, para poder seguir editando mis otras canciones donde comento sus poesías, y que son muchas y que esperan urgentemente ese requisito, una nueva autorización donde figure el nombre del impresor, casa Ricordi. De otra manera no podrán editarse pues es absolutamente necesaria la tal autorización.Excuso decirle la impaciencia que tantas molestias a la Sra. Mistral me producen – pero también lo conveniente para la difusión de esas obras será que puedan imprimirse pronto. Le ruego haga presente mis respetos a la Sra. Mistral y reciba usted un saludo afectuoso.
Es evidente que Guastavino logró publicar la primera obra, aun sin una autorización con las pautas que Ricordi le requería. No sabemos de qué partitura se trata, pero podría conjeturarse que fuera Piececitos, cuyos datos de primera edición la ubican en marzo de 1943 por la casa Ricordi.[13] Con la elección de este texto, que denuncia la precariedad de la infancia en el Chile de comienzos de los años veinte, Guastavino demostraba ya una sensibilidad social y un interés en la valoración del ser humano que resaltarán a lo largo de su producción.
Resulta de interés observar, aunque sea brevemente, los aspectos artísticos que se desprenden de este intercambio epistolar de 1942-1943, aunque haya que entresacarlos a partir de los temas urgentes que se tratan.
La cercanía de Gabriela Mistral con la música se resume en una metáfora: a pesar de que reconoce su pobreza en la materia, la ama “tanto como los animales” y la sigue, “con el cuerpo y el alma”. Por si quedan dudas, remata con que no hay arte que ella quiera más que la música.
Guastavino, por su parte, no se expresa en términos estéticos ni se manifiesta acerca de su forma de componer (no lo sabemos en realidad, porque ella contesta a una carta que no se ha conservado). Sin embargo, le ha dicho que “ella tiene parte en su música”, lo cual Mistral juzga como procedente de alguien con “inocencia de niño”. Sin tomarlo con seriedad, ella lo juzga como un pretexto, que no llega a razón ni a “afirmadero”, fruto del proceso creativo mismo, por lo que le agradece y lo siente cercano. Para ella, la música se erige como un consuelo, un bálsamo sobrenatural que acompaña a los poetas que han perdido la alegría.
La relación entre ambos, sin duda, es asimétrica: Guastavino es un joven compositor, todavía “de provincia”, abriéndose paso en Buenos Aires; Gabriela, con más de cincuenta años, exhibe ya una trayectoria cultural ligada a viajes permanentes, organismos internacionales y misiones diplomáticas (por más que cierta baja autoestima la haga considerarse “una pobrecita en música”). Pocos meses faltaban para el suicidio de Yin-Yin, su sobrino (o su hijo, según algunos especialistas), acontecimiento que la marcará en forma crucial.
Los intercambios en torno a la relación de Guastavino con Mistral que siguieron después rondan el registro de la brevedad y el protocolo. Luego de la última carta de Guastavino en 1945, lo que se ha conservado son mensajes entre otras personas, allegadas a ambos, por temas de edición y divulgación de las músicas. En septiembre de 1945, Guastavino le decía:
Mi muy querida Señora Gabriela Mistral:Vencidas todas las dificultades que vienen de las autorizaciones, registros y las mil cosas más que usted ya conoce, le hago llegar impresas una serie de las canciones que he escrito con sus magníficas y tan queridas poesías. Espero que usted me diga si el registro musical corresponde al pensamiento poético suyo, cosa que me dará un placer muy grande. Estas canciones se están divulgando mucho y siempre encuentran un gran éxito cuando son cantadas en público.Con la admiración y el gran afecto de siempre, reciba el saludo cariñoso de Guastavino (Código BN AE0007738).
La escritura, si bien lo revela afectuoso con la escritora, se ha vuelto algo distante. Ese año 1945, ambos desarrollan una actividad frondosa. Guastavino viajó dos veces a Alta Gracia a visitar a Falla; Rudolf Firkusny estrenó su Sonatina en Sol menor para piano, en el Teatro Colón; y para diciembre se presentó en Mendoza en dúo de pianos, con Héctor Ruiz Díaz (Mansilla 2011, 47). Mistral se debatía entre la enorme tristeza por la pérdida de Yin-Yin y las exigencias de editoriales y de traductores de su obra; a fin de ese año llegaría el Premio Nobel de Literatura.
Es en torno a la entrega del Premio Nobel que Germán de Elizalde, músico argentino maestro de canto, le escribe a Mistral desde Río de Janeiro en ocasión de una gira de conciertos. Está allí con la soprano Esther Plotkin y el tenor Felipe Bartalace. Al enterarse del premio, le comenta su interés en verla. Sobre nuestro músico, dice:
Mi gran discípula Esther Plotkin (creadora –en Argentina, en Uruguay y en Chile– de las canciones que Carlos Guastavino ha compuesto sobre versos suyos) también está muy deseosa de saludarla. En la esperanza de que nos llegue bien pronto esa dicha, y con mis felicitaciones por lo del premio, queda suyo atentamente. G. de E.[14] (Código BN AE0010428).
El encuentro no pudo concretarse. Un telegrama de Valdés, canciller a cargo del Consulado de Chile, le agradece e informa el 13 de diciembre que Gabriela está en Suecia.[15]
En la década de 1950, la correspondencia conservada en el legado Mistral nos muestra un tratamiento comercial en torno a las canciones. El subgerente de Ricordi Americana Egilberto Chiti se comunica en 1953 ofreciendo un contrato para publicar las Seis canciones de cuna y cuatro canciones sueltas.[16]Salotti le contesta en abril de 1954 que la escritora autoriza y que, por ser ella quien se ocupa de sus temas editoriales en Argentina, el contrato se firmará hacia el mes de julio, cuando Salotti regrese a Buenos Aires.[17] El gerente, Giuseppe Giacompol, le responde a vuelta de correo: agradece la aceptación y aclara los porcentajes para ambos autores.[18]
Una última carta, de Salotti a Mistral está enviada desde Lanús el 17 de octubre de 1956. El registro sigue siendo el de dos personas muy cercanas, por los detalles y comentarios con que Salotti se expresa. Sobre Guastavino, le informa una novedad sorprendente:
Me dice Guastavino, el músico, que él tiene unas rondas suyas a las que él les ha puesto música y que están traducidas al chino!! Si puedo, le haré llegar el disco, pues están grabadas. Yo me acordé de aquel Año Nuevo en California cuando llegó de Suecia aquel disco con una nana suya, puesta en música por un judío. Las dos escuchábamos conmovidas esa música entrañable y pensábamos: -Cuál canción será?-. Se acuerda, Gabriela Mistral? Yo nunca me lo he olvidado (Código BN AE0009278).
La célebre escritora falleció dos meses después, el 10 de enero de 1957.
Illari, Bernardo. 2015. “Estrategias modales de Guastavino: sus canciones tempranas”. En Cinco estudios sobre Carlos Guastavino. Homenaje en su centenario, compilado por Silvina Luz Mansilla, 17-59. Santa Fe: Ediciones UNL.
Mansilla, Silvina Luz. 2011. La obra musical de Carlos Guastavino. Circulación, recepción, mediaciones. Buenos Aires: Gourmet Musical Ediciones.
________. 2014. “Aportes bibliográficos de Athos Palma a la formación técnica de intérpretes y compositores”. Actas de las XI Jornadas Estudios e Investigaciones, 215-223. Buenos Aires: Instituto de Teoría e Historia del Arte, FFyL (UBA).
________. 2015. “El archivo familiar de Carlos Guastavino”. En Cinco estudios sobre Carlos Guastavino. Homenaje en su centenario, compilado por Silvina Luz Mansilla, 157-168. Santa Fe: Ediciones UNL.
Plesch, Melanie. 2017. “The Learned Style in Argentine Music: Topic Simultaneity and Rhetorics of Identity in the Work of Carlos Guastavino”. Portuguese Journal of Musicology 4 (1): 121-140.
[1] Trabajo producido dentro del proyecto “Música y literatura en Argentina. Algunos repertorios del siglo XX” (programación 2016-2019) de la Universidad de Buenos Aires. El equipo se dedica al estudio de conexiones entre música y literatura, área hasta ahora algo relegada dentro de la historiografía musical argentina.
[2] Si bien lo denominamos “Archivo Familiar”, se trata de un corpus documental diverso, conservado en posesión de algunos descendientes del músico radicados en Santa Fe, Argentina (Mansilla 2015, 157-168).
[3] Los documentos custodiados en el Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional de Chile fueron cedidos por Doris Atkinson en 2007 para su digitalización y puesta a disposición de la comunidad con acceso libre.
[4] Por caso, Pueblito, mi pueblo y La rosa y el sauce.
[5] En todas las transcripciones he conservado la puntuación, uso de mayúsculas y ortografía originales.
[6] Tema harto difícil el de la datación, nuestros sucesivos catálogos han ido corrigiendo las fechas, en la medida de lo posible. En este caso, ante la mención de Neruda, podríamos anticipar a por lo menos mediados de 1941 la fecha de Esta iglesia no tiene…, única canción guastaviniana que musicaliza un texto suyo y que hasta ahora dimos por compuesta en 1943 (Mansilla 2011, 262).
[7] Contaba con veintinueve años, en realidad.
[8] Le adjunta una tarjeta que dice: “Carlos Guastavino. Carlos Pellegrini 865. Capital. Buenos Aires”.
[9] Como es sabido, Salotti sería después la representante legal de Mistral en Buenos Aires, encargándose por más de veinte años de la edición de sus libros.
[10]Dejando para sí una copia textual, firmada de su puño y letra.
[11] En la carta de Salotti a Mistral (enero de 1943) le dice, intercalando entre comentarios diferentes y cercanos: “Cómo van sus-mis ojitos? Cuídemelos mucho”.
[12] Suponemos que Guastavino le haya mencionado a María Sylvia Teixeira Pinto, cantante brasileña que difundió tempranamente sus obras.
[13] Sobre el estreno en 1940 y la dedicatoria a la cantante española Conchita Badía, véase Mansilla (2011, 66-68).
[14] La carta está escrita en papel con membrete del Natal Hotel, de Río de Janeiro, fechada el 25 de noviembre de 1945.
[15] Código BN AE0011195.
[16] Código BN AE0021722.
[17] Este documento es un borrador. Corresponde al Código BN AE0021723.
[18] Le informa que cada autor percibirá el 10% del monto de venta de cada ejemplar que se comercialice. Código BN AE0021720.
Mansilla, Silvina Luz. 2019. "Concurrencias documentales en torno a Carlos Guastavino y Gabriela Mistral". Resonancias 23 (44): 151-159.