Resonancias vol. 23, n° 44, enero-junio 2019, pp. 161-173.
DOI: https://doi.org/10.7764/res.2019.44.10
El Festival Internacional de Música Contemporánea de Camagüey “marca una fecha histórica en los anales de la cultura musical de la nación cubana” (Gramatges, 1997).[1] En efecto, una fecha que si bien trasciende en el ámbito propiamente musical y, desde otro orden, en el geográfico, dada su localización inusual en una ciudad capital de la región central del país (Camagüey), destaca por el hecho de tener lugar en una de las épocas de mayor precariedad económica en la historia reciente de la sociedad cubana: el llamado “Período Especial” (década de 1990). El festival camagüeyano superó con creces las expectativas de sus adeptos y detractores, llegando a sobrepasar el frágil impacto que por esos años difíciles experimentaba el reconocido “Festival de Música Contemporánea de La Habana”. Este último, en cuyos marcos se centraliza la actividad musical de vanguardia del país caribeño, es organizado por la Sección de Música de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
La serie de documentos (programas de mano) trabajada da cuenta del reto emprendido por los organizadores del Festival Internacional de Música Contemporánea de Camagüey. Entre sus nombres destaca el compositor Harold Gramatges (Presidente de Honor del Festival desde el año 2000), el compositor camagüeyano Louis Aguirre (Presidente y Director Musical del Festival) y los compositores Adriano Galliussi (italiano, residente en Cuba) y David Graham (inglés). A ellos, así como al resto de un reducido equipo de trabajo, debe este festival sucesivas ediciones: primero como “Festival Internacional de Música ‘Luis Casa Romero’” (1996, 1997 y 1998), en homenaje al insigne compositor, flautista y director de orquesta camagüeyano del mismo nombre, y luego como “IV y V Festival de Música Contemporánea de Camagüey” (2000 y 2002). Cinco ediciones a las cuales se suma el “1er y 2° Encuentro de Música Contemporánea” (1999 y 2001), que tuvo como propósito intercalar a la actividad bianual de los citados festivales un evento de menor costo, si bien no de menor envergadura.
Dadas las dificultades económicas en las que se desarrolló este evento, los programas transcritos y presentados en orden cronológico revelan solo una parte de la actividad desarrollada en su espacio. Esto se debe, en primer lugar, al hecho de no contar con el total de programas existentes y que se encuentran disgregados en la actualidad, si bien se expone en esta oportunidad un ochenta y cinco por ciento de los mismos;[2] y, en segundo lugar, al reducido espacio de estampación de sus pequeños diseños, dejando de lado aspectos como fechas de composición, nombre completo de compositores e intérpretes y duraciones e indicaciones de estrenos. No obstante, los datos reunidos y contrastados a través de entrevistas (vía Skype) con el director y presidente del Festival, sacan a la luz datos significativos e inéditos hasta el momento. Cabe subrayar en este sentido la premier mundial de diversas obras de compositores cubanos y extranjeros, entre las cuales sobresalen realizaciones escénico-musicales contemporáneas de envergadura. Uno de los casos más llamativos en este orden –si bien no se incluye entre los documentos aquí expuestos– es el proyecto operístico multinacional desarrollado en el año 2000 en homenaje a la figura del Quijote. En él participaron seis compositores de varios países (Alemania, Cuba, España, Dinamarca, Inglaterra e Italia), bajo la idea de representar diferentes momentos de la novela cervantina. El resultado de este proyecto queda reflejado en las óperas: El caballero de la triste figura de Bernd Hänschke; El pecado sea sordo de Louis Aguirre; la propuesta de Elena Mendoza, de la cual desconocemos el título; La muerte de Don Quijote de Mogens Christensen; La serenata de Altisidora de David Graham y La Noche de Maritornes de Adriano Galliussi.
Además de la premier de obras de jóvenes estudiantes del Departamento de Composición del Instituto Superior de Arte de La Habana (Mónica O’Relly, Irina Escalante, Yudelkis Mayola y Romy Medina), los documentos transcritos constatan la creciente atención que ofrece el festival a obras del repertorio contemporáneo en primera o segunda audición (interpretación) en Cuba de compositores como Harold Gramatges, Mario Lavista, Julio Estrada, Béla Bartók, Serguei Prokófiev, Witold Szalonek, Giampaolo Coral, José Manuel López López, Toru Takemitsu y Zoltán Székely. Asimismo, el esfuerzo sistemático que atesoran estos programas por la ejecución de obras del siglo XX cubano y latinoamericano reúne autores diversos como Alejandro García Caturla, Amadeo Roldán, Hilario González, Gisela Hernández, Argeliers León, José Ardévol, Leo Brouwer, Carlos Fariñas, Héctor Angulo, Roberto Valera, José Loyola, Alberto Ginastera, Heitor Villalobos, Juan Carlos Paz, Camargo Guanieri y Luis Zubillaga. Sin embargo, la concepción “contemporánea” de este festival fue sustancialmente abarcadora y flexible. Al detenernos en este aspecto se puede advertir que, junto a un propósito arriesgado de vanguardia, sus programas proyectan la necesidad de conectar con las expectativas de un público mayoritariamente provinciano. Es esta la razón que justifica la presencia recurrente de clásicos europeos de todos los tiempos y, aunque en menor medida, la incidencia de llamativas incursiones en el ámbito de la música tradicional y popular cubana.
En continuidad con el posicionamiento ideo-estético que caracteriza los eventos artísticos de la isla en las últimas seis décadas, el festival camagüeyano muestra un número importante de obras identificadas con personalidades históricas o inspiradoras de la Revolución cubana (José Martí, Che Guevara, Fidel Castro, Carlos Marx), así como composiciones cuyos textos responden a poetas e intelectuales de reconocida aceptación en el contexto revolucionario del país (José Martí, Nicolás Guillén, Manuel Navarro Luna, Eliseo Diego, Cintio Vitier, Rafael Alberti y Pablo Neruda). En cualquier caso, se trata de obras que reflejan la persistencia de una estética musical de evidente contenido político y social representativa, de un modo u otro, de las vanguardias comunistas de los años sesenta y setenta.
“Cuando recuerdo el festival, aún no encuentro una línea lógica que me muestre cómo fue que logramos hacerlo. Fue todo un conjunto de milagros lo que hizo esto posible” (Aguirre, 2019).[3] Lo cierto es que el equipo liderado por este compositor desde una ciudad localizada a poco más de quinientos kilómetros de La Habana, centro aglutinador de toda actividad del país, logró un hecho inédito en la vida musical cubana de los últimos tiempos. Sin duda, un proyecto quijotesco que, con un mínimo de recursos y un máximo de voluntad, logró resultados imprevisibles en su anhelado alcance internacional. Por su escenario transitaron junto a las Bandas Municipales de Música de la región los integrantes de la Orquesta Sinfónica y Coro de Camagüey, instrumentistas y compositores tanto de reciente formación como de reconocido prestigio nacional, así como intérpretes internacionales de primera fila[4] y compositores extranjeros de procedencias diversas[5]. Como se puede apreciar, la riqueza que encierran estos documentos es excepcional. Su transcripción y publicación acarrea la apertura y legitimación de un escenario musical cubano de vanguardia de indiscutible alcance; un escenario que, como mínimo, aviva la necesidad de proponer nuevas lecturas en torno al hecho musical de vanguardia de la isla y su enclave latinoamericano y caribeño.
[1] Entrevista realizada a Harold Gramatges por el autor del presente trabajo, Instituto Superior de Arte, La Habana, 2003.
[2] Los programas que se muestran en la presente publicación han sido facilitados por los compositores Louis Aguirre, David Graham y Adriano Galliussi.
[3] Entrevista realizada al compositor Louis Aguirre por el autor del presente trabajo, vía Skype, 29 de abril de 2019.
[4] Entre estos intérpretes destacan: Vasselin Paraschkevov, concertino de la Filarmónica de Viena; Klaus Heidemann, viola de la Filarmónica de Berlín; Romildo Grion, primer corno de la Orquesta de la Arena de Verona; el Trío Arbós, con un programa en julio de 2000 no incluido en la selección mostrada; la pianista argentina Martha Bongiorno y la mezzo-soprano norteamericana Christina Ascher.
[5] La afluencia de intérpretes y compositores extranjeros al festival camagüeyano fue posible con el apoyo económico de instituciones como: Instituto Cubano de la Música, Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, Sectorial Provincial de Cultura de Camagüey, Centro Provincial de la Música de Camagüey, Ministerio de Cultura de Cuba, Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania, German Music Council, Ministerio para la Educación, el Arte y el Deporte de Bremen, Sociedad General de Autores y Editores de España, Fundación Autor, Danish Music Council, Danish Cultural Institute, Danish Musicians Society, The Japan Foundation, Goethe Institute y Danish Center For Cultural Development.
Morales Flores, Iván César. 2019. "Festival Internacional de Música Contemporánea de Camagüey: un hecho inédito en la Cuba de finales del siglo XX y principios del XXI". Resonancias 23 (44): 161-173.