Resonancias vol. 24, n° 46, enero-junio 2020, pp. 183-185.
DOI: https://doi.org/10.7764/res.2020.46.13
En el ámbito de la guitarra clásica, y de la música de arte en general, podría afirmarse que los principales modelos de proyecto de grabación son el del disco de repertorio (varios compositores en torno a un mismo género, estilo o estética), el monográfico (dedicado a la música de un solo compositor) y el de recital solista. La publicación sobre la que trata esta reseña se suma a la lista de producciones discográficas recientes en Chile que abordan repertorio iberoamericano,[1]aunque Aljibe de Madera (2018) de Alejandro Gallegos lo hace de una manera singular: se trata del resultado de un proyecto interdisciplinar que aborda las relaciones entre música y literatura –a partir de las que se establecería el repertorio– y se extiende, además, hacia las artes plásticas.
Alejandro Gallegos Millán, académico del Departamento de Música de la Facultad de Artes y Humanidades de la Universidad de Concepción –quien a su vez fue formado en la misma institución bajo la guía de los maestros Luis López y Ana María Reyes– es el responsable del proyecto de creación artística que se titula “Aljibe de Madera: guitarra y literatura”, financiado por la Vicerrectoría de Investigación de la ya mencionada institución, y en el cual colaboran Juan Cid Hidalgo –Doctor en Literatura Latinoamericana y académico del Departamento de Español de la Facultad de Artes y Humanidades de la Universidad de Concepción– y el artista visual Carlos Vergara Rivera. El título del CD, Aljibe de Madera,[2] refiere al poema “Las seis cuerdas” de Federico García Lorca, en el que, según Gallegos, “se hace un símil entre la guitarra y un aljibe, donde la guitarra es un contenedor de suspiros, del duende andaluz”.[3] La grabación de Gallegos reúne once piezas, agrupadas según la naturaleza de su inspiración literaria: cinco piezas cuyos compositores se inspiraron en textos poéticos y seis inspiradas en otras formas narrativas. En un plano puramente musical, el repertorio corresponde a una selección de piezas breves (muchas veces movimientos de obras más grandes) basadas en materiales inspirados en música popular y folclórica de Latinoamérica y España, y se sostiene sin necesidad de apelar a las conexiones literarias que inspiraron a los compositores. La mayoría de las piezas son originales para guitarra, salvo dos: el arreglo de Roland Dyens de A Felicidade, con música de Antonio Carlos Jobim (autoría que desconoce el tracklist de la contraportada del CD) y letra de Vinicius de Moraes, y el arreglo del propio Gallegos de Chatica Linda (bambuco colombiano) de Jorge Camargo Spolidore. Ambas piezas son, además, las únicas piezas que corresponden a canciones originalmente concebidas para ser cantadas, y por tanto el texto poético corresponde a la letra de cada canción.
El repertorio escogido incluye a figuras bastante conocidas dentro del repertorio de la guitarra clásica en Latinoamérica y España, como son Agustín Barrios, Mario Castelnuovo Tedesco, Eduardo Sáinz de la Maza, Vicente Asencio y Máximo Diego Pujol. Podría entenderse que son algo menos conocidas la obra de Matilde Salvador (compositora y pintora española, casada con Asencio), aunque ya ha sido grabada, así como la faceta de compositor de Ricardo Iznaola –guitarrista ciudadano estadounidense nacido en La Habana–, bastante conocido por su labor como intérprete, editor y pedagogo. La única pieza chilena de este registro, el Aire de Zamba de Carlos Zamora, es el estreno discográfico de esta producción y figura entre las pocas obras para guitarra sola dentro del catálogo de este compositor, en el que ya existen grabaciones de obras de cámara con guitarra. No obstante, no se entiende muy bien cuál es la inspiración literaria de esta pieza, y parecería que su inclusión obedece más a la necesidad de incluir música chilena (así como una novedad discográfica) que a la idea interdisciplinaria (aunque en el plano musical encaja perfectamente).
De todas las piezas de esta grabación, tal vez la más singular en afrontar la relación entre música y literatura, desde la composición, sea la del compositor italiano Mario Castelnuovo Tedesco, quien tuvo una extensa relación colaborativa con Andrés Segovia. Su Platero y Yo (del cual se seleccionó el movimiento Primavera para este registro) está originalmente concebido para recitante y guitarra, con los textos de Juan Ramón Jiménez recitados en momentos específicos de la música. Si bien estas piezas se pueden tocar sin recitador, está constatado en la edición de Angelo Gilardino que lo ideal no es ni tocarlas por separado ni tocarlas sin recitación: hubiera sido interesante haber respetado la intención original del compositor y haber incluido una voz con los textos recitados, especialmente dado el tópico de todo este proyecto.
El CD presenta un atractivo diseño, destacando primero los grabados de Carlos Vergara Rivera, en los que predomina la figura de un pájaro. Aparte de las portadas, a cada track de la grabación se corresponde un grabado de Vergara, en los que captura el sentido de cada pieza musical y su conexión literaria –el trabajo de este artista plástico es notable, haciendo de esta publicación un objeto de colección (especialmente en estos tiempos de streaming donde la fisicalidad del disco compacto pareciera en vías de extinción)–. Los textos del librillo de 48 páginas pertenecen a Juan Cid Hidalgo, académico del Departamento de Español de la Universidad de Concepción. Una primera sección, de corte más bien académico, revisa diversas fuentes que abordan la relación entre música y literatura, entre las cuales el concepto de expansión de Rossana Dalmonte –musicóloga con varios trabajos que abordan la relación música-literatura desde el análisis musical con enfoques semióticos y cognitivos– cobra preponderancia conceptual, y en donde hay pasajes con un leve exceso de jerga técnica. En la segunda sección del texto, Cid aborda cada track del CD bajo el concepto de expansión (examinando cómo la composición musical expande o traduce el texto literario) con una escritura más cercana a la de unas notas al programa. El texto de Cid ofrece una oportunidad de contextualizar las piezas musicales desde la perspectiva de este cruce literario, pero el fenómeno propiamente musical no es tratado con propiedad. Así, llama por ejemplo la atención su aseveración de que el Tango de la Casada Infiel de Asencio consiste en una síntesis de tango rioplatense y música andaluza, ignorando que el tango andaluz tiene su existencia propia desde el siglo XIX, aparte de los desarrollos del tango en Argentina y Uruguay, y que remonta a los orígenes de esta danza en Cuba. De hecho, la pieza de Asencio es más reminiscente de la habanera y de la manera en que compositores europeos entendían esta danza, como por ejemplo las piezas para piano de Debussy en forma de habanera como La Puerta del Vino o La soirée dans Grenade. Hubiera sido un importante aporte saber lo que el propio intérprete hubiera tenido que decir y que esta sección del librillo se hubiera escrito en conjunto, integrando las perspectivas del dominio de la música y la literatura.
En cuanto al registro sonoro, la ejecución de Gallegos tiene la gran cualidad de ser consistente a lo largo de todo el disco. Su sonido es bueno –tanto del guitarrista como de la toma de sonido de Mauricio Gallegos–, no obstante podría criticarse la ausencia de refinamientos como mayores contrastes, tanto en el parámetro del timbre como de la intensidad. La edición no parece obsesionarse con la limpieza –hay pasajes menores donde falta claridad a algunos ataques, además de que frecuentemente se cuelan vibraciones indeseadas en los trastes–, dando la impresión de que se privilegió tener tomas más largas, y por lo tanto dar mayor naturalidad al registro. En los tracks más demandantes técnicamente –como el de Castelnuovo-Tedesco, cuya escritura siempre desafía la idiomacidad guitarrística– Gallegos es solvente. Sin embargo, el fuerte del estilo interpretativo de Gallegos radica en la expresión: su trabajo parece acertar a la intención expresiva de cada pieza –tal vez justamente debido a este enfoque interdisciplinar que motiva todo el proyecto–, haciendo que la música suene emotiva y evocadora.
Aljibe de Madera es un tipo de proyecto interdisciplinario que no muy frecuentemente se materializa en Chile –y menos frecuentemente aún en regiones distintas a la Metropolitana–, constituyendo un producto artístico que nos ofrece no solo la oportunidad de escuchar música para guitarra bien tocada, sino también de apreciar la intención estética común a distintas manifestaciones artísticas.
[1] Por ejemplo Ritmos Sudamericanos (2018) de Danilo Cabaluz, Estampa: guitarra chilena del siglo XXI (2018) de Andrés Pantoja, Ciclos (2019) de Luis Orlandini o el disco monográfico de José Antonio Escobar dedicado a Eduardo Sáinz de la Maza, publicado por Naxos en 2019.
[2] El título coincide con el de otro CD para guitarra publicado en España en 2012 por Javier Riba en homenaje a Andrés Segovia, también inspirado por el poema de Lorca.
[3] Según una actividad de difusión del proyecto en enero de 2019: http://www.udec.cl/panoramaweb2016/content/aljibe-de-madera-present%C3%B3-sus-resultados-en-el-marco-de-la-escuela-de-verano
Castro Magas, Diego. 2020. [Reseña] "Alejandro Gallegos Millán. 2018. Aljibe de Madera. Concepción: Universidad de Concepción, Vicerrectoría de Investigación. CD". Resonancias 24 (46): 183-185.