Esta obra aborda en profundidad uno de los periodos más determinantes para la historia de las músicas populares urbanas de las últimas décadas en España. Se trata del periodo de la Transición a la democracia, ese trascendental cambio en la vida política del país que tuvo en la música un importante espacio de reflexión, tanto en las temáticas de las canciones, como en el surgimiento de nuevas prácticas o la irrupción de nuevos sonidos y actitudes performativas. Por eso no es de extrañar que la música de este periodo sea la más abordada en libros, artículos de prensa, documentales, programas de televisión y también estudios académicos. El impacto mediático de la Movida madrileña en los años ochenta y su revival a principios de este siglo bajo la etiqueta de “edad de oro del pop español” ha forjado un relato nostálgico, cargado de épica y sustentado muchas veces en recuerdos de vivencias celebradas y aplaudidas por periodistas musicales y fans. Una serie de tópicos que la academia ha contribuido a contestar en los últimos años.
Héctor Fouce (2006) fue el primero en aproximarse a la música de este periodo desde su tesis doctoral sobre la Movida, y abrió camino para que muchos otros investigadores abordaran diferentes repertorios del momento con distintos intereses y desde perspectivas diversas. En este marco se inscribe el libro de Fernán del Val, un estudio extenso que analiza la música de esta década (1975-1985) desde la sociología y que tiene su origen en la elaboración de su tesis doctoral en la Universidad Complutense de Madrid. El autor se plantea un estudio sociológico de la Transición desde la música popular, uno de los lenguajes más importantes para la juventud de la época. Este enfoque es especialmente pertinente si tenemos en cuenta la relevancia de la música en la articulación de identidades juveniles en ese momento, pero también la realidad social de un país que en esos años afronta importantes transformaciones que también se digieren, se combaten y se negocian en la música.
Fernán del Val se enfrenta a la historiografía de este periodo desde la introducción, en la que plantea algunos de los mitos que desmonta a lo largo del libro. Así, rompe con los muros que otros autores crearon para separar el rock del pop y evidencia las numerosas conexiones entre rock urbano y Movida, combate el estigma del joven pasota y pone énfasis en el carácter político de las prácticas musicales del momento, y rompe con la tiranía de la Movida demostrando (con datos) el relativo impacto que tuvo en su momento y los mecanismos que la convirtieron en el fenómeno cultural de la Transición. Estas son las premisas de un libro que plantea el diálogo entre escenas musicales y la confrontación de tópicos desde el mismo título; no en vano, eso de “rockeros insurgentes, modernos complacientes” es un verso de “La puerta de Alcalá”, canción popularizada por Ana Belén y Víctor Manuel y compuesta por los miembros de Suburbano, uno de los grupos icónicos del rock urbano madrileño. Como se puede apreciar, la canción también alude al marco geográfico al que se circunscribe el libro: ese Madrid plural que aglutinaba población de todo el país y se convertía (como la Puerta de Alcalá para Carlos III) en icono de modernidad de la España democrática y europea de los años ochenta.
El enfoque sociológico de esta investigación se complementa con conceptos y perspectivas de otras disciplinas (comunicación, musicología y estudios culturales) con las que Fernán del Val dialoga de forma natural, como lleva haciendo durante más de una década en los congresos de SIBE y IASPM. Además, encontramos un minucioso análisis de letras de canciones y ediciones discográficas, así como una revisión crítica de artículos de prensa de todo tipo. Toda una documentación que se complementa con entrevistas a diferentes agentes relevantes de la escena musical y que garantiza la solvencia y rigurosidad de la investigación.
El libro se divide en dos partes. La primera está destinada a situar el enfoque y la metodología del estudio, y arranca con dos conceptos centrales de Bourdieu, muy presentes a lo largo de todo el volumen: el “campo”, entendido como espacio de relaciones e interacciones sociales, disputas y negociaciones; y el “habitus”, que posiciona a los distintos sujetos en el campo. Ambos son complementados con teorías de otros sociólogos, como Howard S. Becker o Antoine Hennion para adentrarnos en el concepto de escena. Fernán del Val no toma atajos en esta primera parte, y se detiene en argumentar la pertinencia de los términos empleados: así, en el capítulo 2, fundamenta el uso del concepto de escena musical a través de una revisión crítica del mismo, lo que le lleva a explorar otras categorías, como las de género musical o subcultura. A continuación, aborda el rock como campo de producción cultural, se detiene en analizar el poderoso discurso de autenticidad en este género y profundiza en su cosmopolitismo estético (Motti Regev) para identificar los mecanismos que han permitido la adaptación local de esta música en España.
La segunda parte comienza tratando de dibujar el contexto histórico, político y social del periodo que se estudia, una labor tan ardua como necesaria, tratándose de un momento tan estudiado como la Transición. Fernán del Val no se contenta con una mera descripción del contexto, sino que de nuevo se confronta con la historiografía y critica el relato de desencanto social y pasotismo juvenil como telón de fondo de la Transición, para argumentar que la desmovilización de la calle interesó a los políticos del momento para eliminar presión y poder moverse políticamente sin contestación. Asimismo, revisa la asociación Transición-modernidad como parte de la retórica de la narrativa construida sobre este periodo; problematiza el propio concepto de modernidad, identificándolo como un asunto candente en la identidad española desde el siglo XIX, y justifica en este contexto la proyección mediática de la Movida, que tanto por cuestiones estéticas como por su conexión con el ámbito internacional ostentaba un capital cultural que nunca llegó a tener el rock urbano.
Una vez revisadas las grandes narrativas, el autor se centra en los vínculos sociales de los barrios periféricos de Madrid, cuna de la escena roquera, donde crecía el asociacionismo vecinal y una identidad (u orgullo) de barrio articulada desde diferentes ámbitos: de las organizaciones vecinales a las radios libres o las publicaciones underground, todo un entramado relacional que propició la formación de bandas, la organización de festivales y la grabación de discos de rock.
A partir de aquí nos adentramos en un gran bloque en el que el autor se concentra en el estudio de los diferentes agentes que conforman la escena rock madrileña, aplicando el aparato teórico de la primera parte. El capítulo 6 recoge la evolución del campo musical del periodo, abordado desde los antecedentes y los primeros pasos de grupos como Brakamán o Burning, que marcarían el inicio de la nueva escena musical, hasta su desarticulación a mediados de los ochenta. Se trata de un recorrido detallado y bien documentado en el que el autor busca integrar estilos, prácticas y contextos de producción y consumo, medios de comunicación y un sinfín de cuestiones fundamentales para comprender la música de este periodo que aparecen bien relacionadas en un relato informativo que no rehúye las polémicas en torno a cuestiones como la institucionalización de la Movida o las luchas internas en la escena heavy.
El último capítulo se centra en el análisis del campo musical. Comienza con un apartado dedicado a los discursos de la prensa musical del momento y continúa con el análisis de los espacios de los músicos y sus músicas, como agentes activos en la construcción de lo que Adam Krims denominaría “ethos urbano” (2007). El componente político tanto de la música como de la propia práctica musical y las controversias en torno a la modernidad de la música popular del momento completan un capítulo en el que se tratan otras muchas cuestiones, como el debate en torno al empleo del castellano en el rock o la complacencia del rock con todo el entramado de la industria, una actitud problemática para el discurso de autenticidad de estos grupos que, con el tiempo, ha derivado en un marcado victimismo, especialmente cuando se confronta con la efectiva autogestión que desempeñaron muchas de las bandas de la Movida.
Rockeros insurgentes, modernos complacientes: un análisis sociológico del rock en la Transición (1975-1985) no es otro libro más sobre la música de este periodo. No nos atrevemos a afirmar que sea el definitivo (si es que eso es posible), pero sí que es una referencia ineludible tanto para quienes quieran aproximarse a la música de la Transición española desde el total desconocimiento como para quienes quieran convertirla en su tema de investigación. Se trata de una obra voluminosa (623 páginas), una investigación bien documentada que no escatima en datos y que cuenta con un sólido aparato metodológico y conceptual. Fernán del Val escribe desde el conocimiento del tema, y sabe identificar y tomar partido en los debates que en torno a él se han generado. Su trabajo ofrece una mirada a la música de este momento desde la sociología, pero su capacidad para integrar perspectivas se plasma en la variedad de cuestiones que se derivan de sus análisis y en la cantidad de asuntos que se abordan. Así, el libro obliga a repensar ideas asumidas y apunta nuevos temas de investigación al lector atento; son estas características de un libro que no se agota, también de una investigación que no se cierra, pero que sin duda avanza cuando un texto como este ve la luz.
Fouce, Héctor. 2006. El futuro ya está aquí. Madrid: Velecio.
Krims, Adam. 2007. Music and Urban Geography. Nueva York: Routledge.
Regev, Motti. 2013. Pop-Rock Music. Cambridge: Polity Press.
Viñuela, Eduardo. 2020. [Reseña] "Val, Fernán del. 2017. Rockeros insurgentes, modernos complacientes: un análisis sociológico del rock en la Transición (1975-1985). Madrid: Fundación SGAE (623 páginas). ISBN: 978-84-8048-890-7". Resonancias 24 (47): 242-244.